Unas bodas de oro bordadas: Brodats Marina celebra hoy el 50 aniversario de la apertura de su tienda en Lleida
Empezó como academia de costura y se ha ampliado varias veces con tienda y servicio de modista

Trabajadoras de Brodats Marina, Maria Alba Roca y Marina Monsó, en la puerta de la tienda, situada en la calle de las Corts Catalanas.
Marina Monsó, la fundadora y propietaria de la histórica tienda Brodats Marina, nació, literalmente, detrás de un mostrador. “Mi madre se puso de parto despachando en su tienda de Guàrdia de Tremp, no tuvo tiempo ni de subir las escaleras para salir”, recuerda. Llegada a la capital con dos años, Marina se crió en una Balàfia que recuerda “muy diferente a la de ahora, la mayoría de los vecinos eran payeses”. Aprendió a coser y a bordar a los 14 años, pero estudió y se dedicó a la enseñanza durante un tiempo hasta que “quise pasar más tiempo en casa, cuidaba a mi familia y me levantaba a las siete para bordar encargos particulares en casa, un doble trabajo”, explica. Su número de clientas fue en aumento hasta que pudo ahorrar lo suficiente para abrir su negocio, en la calle de les Corts Catalanes, un 8 de junio de 1975. Justo hoy celebra su 50 aniversario, unas bodas de oro bordadas.

Foto histórica de Marina Monsó en la tienda.
La historia de Brodats Marina empezó como una academia de costura. “Tuve hasta 80 alumnas cada día y me pedían comprar hilos, cintas, dedales, agujas o delantales, que fui ofreciendo poco a poco”, explica su fundadora. También empezó a vender toallas, sábanas o prendas como batas para hombre y mujer, aunque “entonces casi no se pedían arreglos porque todas las mujeres sabían coser, pero es un oficio pesado y se ha perdido mucho, aunque ahora parece que vuelve a remontar incluyendo a chicos jóvenes y me alegra”, valora.

Maria Alba Roca y Marina Monsó, en el mostrador de su tienda.
El negoció creció poco a poco hasta que “no cabían las cosas, y once años después de abrir alquilé un almacén contiguo para agrandar la tienda”, recuerda Marina. Brodats Marina se ha ampliado hasta en dos ocasiones más. Ahora cuenta con 12 trabajadoras, entre la tienda y eltaller donde llevan a cabo todo tipo de arreglos de ropa. Brodats Marina es el comercio leridano de referencia para conseguir las batas del colegio. “Hemos trabajado con hasta 94 escuelas en un mismo curso, unas 2.500 batas al año”, explica su responsable, que lamenta que “ahora muchas escuelas las venden ellos directamente, el año de la pandemia fue muy malo y desde entonces ha cambiado todo”.

Marina Monsó trabajando, con una máquina bordadora en el taller.
Pese a todas las dificultades, la tienda se mantiene como uno de los negocios familiares más longevos de la ciudad, en el que también trabaja una de las hijas de Marina, Mari Alba Roca. “Tengo muchas ganas de seguir trabajando, si mi marido siguiera con vida seguramente estaría con el, pero trabajar es la ilusión de mi vida”, explica Marina, que expresa un “profundo agradecimiento a la clientela tan fiel que hemos tenido durante todos estos años”.