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Lejos quedan esas ediciones del Aplec en que faltaban servicios, desde agua a lavabos, o en las que el polvo era uno de los principales protagonistas y el exceso de alcohol la nota reinante. La fiesta gastronómica por excelencia de Lleida ha ido ganando con los años infraestructuras, tanto del recinto como en las propias peñas, y estos tres días son ya mucho más que unas pandas de amigos que solo beben y comen juntos durante casi tres días. La Fecoll, sin renunciar al espíritu de la fiesta, que se basa en degustar caracoles entre familiares, amigos o conocidos, ha sabido completar el fin de semana con actos culturales, sociales o recreativos, programar todo tipo de actividades paralelas en las que pueden converger desde los abuelos a los más pequeños y abrir la participación festiva a todos los leridanos, de la capital, de comarcas, del resto de Catalunya o de cualquier rincón del Estado o del mundo que quieran sentirse suya esta tradición tan de Ponent de celebrar una “caragolada” como símbolo de comunidad y pertenencia. No es fácil que durante tres días 200.000 personas convivan, transiten o visiten unas instalaciones y que no haya habido que lamentar ningún incidente remarcable, más allá de alguna herida menor o el robo de un móvil. Enhorabuena, pues, a la organización, a los peñistas y a los leridanos en general por hacer crecer con mucho sentido común una fiesta que ya es indispensable e irrenunciable en el calendario de la capital.

Memoria histórica necesaria

Les Borges recordó ayer a los vecinos deportados a los campos de concentración nazis con la colocación de los adoquines que llevan los nombres de los represaliados, para que nunca olvidemos, ni ahora ni en generaciones futuras, el horror que vivieron estas personas en manos de un régimen totalitario impregnado de odio a lo diferente. Los Stolpersteine (palabra alemana que designa una piedra en el camino que puede hacer tropezar al caminante) son pequeños monumentos colocados en aceras a personas que fueron perseguidas, deportadas, asesinadas o que acabaron suicidándose ante la persecución que estaban sufriendo durante la época de la Alemania nazi y cuya memoria histórica se investiga por parte de distintas iniciativas ciudadanas, asociaciones, colegios, parientes y supervivientes. Los grupos perseguidos por los nazis incluían a judíos, gitanos, chinos, opositores políticos, de movimientos de resistencia y homosexuales. Los homenajeados ayer en la capital de Les Garrigues fueron Benvingut Andreu Solans, Miquel Aguilar Bru, Josep Boldú Segarra, Amadeu Pons Companys, Joan Esteve Llussà, Agustí Prunera Mur y Marcel·lí Boldú Corbella. Que este horror no se nos olvide nunca.

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