Las derechas ganan terreno entre los jóvenes
Cincuenta y un años después de la revolución de los claveles en Portugal y el triunfo de las izquierdas, conservadores, liberales y ultras sumaron el domingo más de dos tercios de los diputados y el 61% de los votos, en un resultado inédito que mejora su 51% del año pasado y también el anterior máximo histórico, del 55% de 1987 y 1991. El gran beneficiado de este movimiento sísmico es el primer ministro, el conservador Luís Montenegro, que aprovechó el escándalo de su consultora para afianzar su débil posición frente a unos socialistas tan hundidos que empataron a escaños con Chega, del ultra André Ventura, el otro gran vencedor del país luso. Estos resultados ahondan en la consolidación de la derecha populista que quedó confirmada en las elecciones europeas y en los comicios estatales celebrados en 2024 en el viejo continente, donde cada vez más partidos de extrema derecha integran coaliciones de gobierno o tienen un peso importante en el equilibrio político. Hasta hace cuatro días, los jóvenes tendían a ser más progresistas que sus padres, pero llegó la generación Z, los nacidos entre finales de los 90 y principios de los 2000, y esta tendencia histórica varió y el viraje a la derecha es evidente, aunque no en todos los países de igual manera o proporción. Entre veinteañeros y adolescentes, una nueva brecha ideológica se abre paso: los chicos son cada vez son más de derechas y las chicas cada vez más de izquierdas. Los datos lo corroboran: en Estados Unidos, Reino Unido o Alemania, los varones son entre 20 y 30 puntos porcentuales más conservadores que ellas, una separación que se ha acentuado en pocos años, según datos recopilados en un análisis del Financial Times. El porqué parece evidente, las mujeres ven en las ideologías de izquierda un apoyo a sus reivindicaciones de igualdad, política, social y sexual, y los varones de esta misma franja creen amenazada su supremacía de poder en todos los estamentos y sectores de su cotidianeidad. El conservadurismo de la juventud se hace palpable incluso en cosas tan triviales como el festival de Eurovisión del sábado, en el que un posicionamiento de RTVE en contra de las matanzas de palestinos del actual gobierno ultraconservador de Israel en Gaza perjudicó a la concursante española en el televoto. Esta es la realidad que vivimos y los partidos progresistas deberán revisar cómo hacen llegar su mensaje de un mundo más justo, socialmente equilibrado, abierto a otras culturas y religiones, igualitario y respetuoso, en una sociedad cada vez más manipulada por noticias falsas, bulos, odio a lo diferente, negacionismo y conspiranoia. Ahora bien, esta izquierda en horas bajas también debe procurar dar una respuesta de derechos y deberes a las realidades migratorias y a las dificultades de los jóvenes para acceder a la vivienda y tener un salario digno. No basta con tener buenas intenciones.