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El papa León XIV pidió ayer la liberación de los periodistas encarcelados e instó a “salvaguardar el preciado bien de la libertad de expresión y de prensa”, durante una audiencia con los medios de comunicación que informaron del cónclave en la que fue elegido pontífice. Ante varios miles de periodistas reunidos en el aula Pablo VI, en la que fue la primera audiencia de su pontificado, el primer papa estadounidense quiso “reiterar la solidaridad de la Iglesia con los periodistas encarcelados por buscar e informar la verdad”. “La Iglesia reconoce en estos testimonios la valentía de quienes defienden la dignidad, la justicia y el derecho de los pueblos a ser informados, porque solo los pueblos informados pueden tomar decisiones libres”, afirmó Robert Francis Prevost en su mensaje. Y agregó: “El sufrimiento de estos periodistas interpela la conciencia de las naciones y de la comunidad internacional y nos llama a todos a salvaguardar el preciado bien de la libertad de expresión y de prensa”. El papa, de 69 años, inició su mensaje con las palabras: “Bienaventurados los que trabajan por la paz” para pedir a los informadores “una comunicación distinta, que no se vista de palabras agresivas, no abrace el modelo de la competición y no se separe nunca de la búsqueda de la verdad. La paz comienza con cada uno de nosotros: desde la manera en que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, la manera en que nos comunicamos es de fundamental importancia, debemos decir no a la guerra de palabras e imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra”, agregó León XIV. Sabias palabras, no solo para los medios sino para todos aquellos que ejercen algún tipo de liderazgo en cualquier sector de nuestra sociedad y la ciudadanía en general. Hace bien la Iglesia y el nuevo pontífice en ponerse del lado de los que sufren y padecen injusticias, que de hecho es lo que le corresponde a quienes hablan en el nombre de Dios, pero como en diversas épocas de la historia lo hicieron en vano, sus palabras resultan esperanzadoras ante las muchas asignaturas pendientes que tiene León XIV.

Buenos y malos colonos

En el otro extremo del sentido común, de la cordura y el humanismo y respeto a los derechos humanos más elementales encontramos al alcalde de Gimenells i el Pla de la Font, Dante Pérez, que publicó en su saludo del programa de la Festa Major una diferenciación entre dos tipos de colonos: los “agrarios naturales, nacionales, autóctonos, buenos, como los primeros pobladores de Gimenells”, “españoles todos”, y los “colonos ajenos, invasores, parasíticos, alienígenas, hijos de una perra sarnosa”. Sus palabras se descalifican solas.

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