Las reivindicaciones laborales del 1 de Mayo
Todo comenzó en el siglo XIX con el avance de los movimientos sindicales en EEUU. Se dice que los albañiles y los carpinteros de Nueva York y Boston llevaron la voz cantante en los primeros compases de la lucha obrera. Entre sus principales reivindicaciones, los sindicatos pedían poner fin a las jornadas de 12 y de hasta 18 horas a las que los trabajadores de las fábricas eran sometidos. “Ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso”, proclamaban los movilizados. Es evidente que todos los avances sociales de la humanidad, desde la abolición de la esclavitud, al voto femenino, a los derechos de los trabajadores, se han ido ganando desde la calle, con la presión de los ciudadanos hasta que los poderes económicos y gubernamentales aceptan negociar y se consigue más igualdad, equidad y justicia. “Proteger lo conquistado, ganar futuro”, reza el lema elegido este año por los principales sindicatos, UGT y CCOO, para el Día Internacional de los Trabajadores. La reducción de la jornada laboral a 37,5 horas, que los sindicatos pactaron con el Gobierno a finales del año pasado y que aún no ha sido aprobada por el Consejo de Ministros, y la negociación inmediata para la reforma del despido son las principales reivindicaciones de los trabajadores. El Primero de Mayo de 2025 también tuvo ayer un enfoque internacional. En un contexto de guerra comercial global iniciada por el presidente de EEUU, Donald Trump, tanto el secretario general de CCOO, Unai Sordo, como el de UGT, Pepe Álvarez, arremetieron contra la política arancelaria estadounidense. Ambos han insistido en la necesidad de que la Unión Europea avance para lograr la autonomía en materia energética y de defensa y refuerce tanto sus capacidades propias como sus relaciones comerciales con otras áreas del mundo, como pueden ser América Latina o China. Sin olvidar la OPA del BBVA sobre el Banc Sabadell dada a conocer el miércoles y que ahora queda en manos del gobierno y los accionistas. En Lleida, además de las consignas generales y la reclamación de mejoras en el convenio del metal, el más bajo de Catalunya, la reivindicación del mundo agrario sigue siendo fundamental para mantener el valor agroalimentario de Ponent y su idiosincrasia rural que tanto progreso y bienestar ha aportado al asentamiento de los pueblos y al PIB leridano. Las agrupaciones agrarias siguen siendo vitales para que las pequeñas y medianas empresas no desaparezcan en aras de grandes concentraciones en manos de cuatro. Y si bien es cierto que la reducción de la jornada puede ser un bien colectivo, los representantes sindicales tradicionales deberían enfocar también sus demandas en las mejoras salariales, dado que el Estado español tiene los sueldos más bajos de los países europeos con los que aspira equipararse y sin este reequilibrio económico es imposible cualquier otra mejora.