La reproducción exponencial de los conejos: una pareja puede generar cientos de descendientes en un año
El ciclo reproductivo del conejo es altamente eficiente: con capacidad para tener hasta cuatro camada anuales y descendentes que rápidamente se convierten en progenitores

Conejo de bosque tomando el sol resguardado del frío por los caminos de Altet. Josep Regí.
La naturaleza ha diseñado algunos organismos con una capacidad reproductiva extraordinaria que les permite colonizar rápidamente nuevos territorios. Entre estos, el conejo destaca como uno de los mamíferos con mayor potencial de expansión demográfica, un hecho que ha causado problemas ecológicos en varios ecosistemas donde ha sido introducido, especialmente a los campo del llano de Lleida, donde parece no tener lo bastante depredadores naturales y donde causan daños catastróficos en los cultivos.
La estrategia reproductiva del conejo es un ejemplo perfecto de adaptación evolutiva orientada a la supervivencia de una especie que tradicionalmente ha sido tomada de numerosos depredadores. Su extraordinaria fertilidad es el resultado de un conjunto de características biológicas que funcionan de manera sincronizada para maximizar el número de descendientes.
Un calendario reproductivo optimizado para el éxito poblacional
El ciclo vital del conejo está perfectamente adaptado para la reproducción masiva. Les hembra alcanzan la madurez sexual a una edad sorprendentemente temprana: sólo tres meses y medio después de su nacimiento ya son capaces de concebir. Este rápido desarrollo contrasta con la mayoría de mamíferos de tamaño similar, que necesitan periodos mucho más largos para llegar a la etapa reproductiva.
Uno de los elementos más destacables es su estado de celo, que se manifiesta durante 14 de cada 16 días una vez alcanzada la madurez sexual. Esta alta frecuencia de periodos fértiles sólo se interrumpe durante la gestación y la crianza de los gazapos. Además, las hembras tienen una particularidad fisiológica excepcional: producen ovocitos cada vez que copulan, un mecanismo que incrementa exponencialmente las probabilidades de quedar embarazadas.
La duración de la gestación es relativamente corta, completándose en sólo 30 días, mientras que el periodo de lactancia se extiende aproximadamente hasta los 55 días. Esta combinación permite que en menos de tres meses después del parto, la hembra esté nuevamente en condiciones de reproducirse, posibilitando hasta cuatro camadas anuales en condiciones favorables.

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El efecto exponencial: cuando los descendientes se convierten en progenitores
El verdadero impacto demográfico de esta especie se hace evidente cuando consideramos el efecto cascada de su reproducción. Antes de que una hembra dé a luz en su tercera camada del año, los gazapos de la primera camada ya han alcanzado la madurez sexual y han empezado a reproducirse. Este fenómeno genera un crecimiento poblacional exponencial que explica por qué los conejos pueden colonizar rápidamente nuevas áreas en ausencia de factores limitantes.
Para ponerlo en perspectiva, una única pareja de conejos podría generar teóricamente centenares de descendientes directos e indirectos en un solo año si todos los factores fueran favorables. Afortunadamente, en ecosistemas equilibrados, la predación y otros factores de mortalidad mantienen las poblaciones bajo control.
Esta extraordinaria capacidad reproductiva ha convertido el conejo en una especie invasora problemática en muchos lugares donde ha sido introducido. En Australia, por ejemplo, la introducción de sólo 24 conejos el año 1859 desembocó en una de las peores plagas animales de la historia, causando daños ecológicos irreparables y pérdidas económicas millonarias para la agricultura.
Los científicos que estudian el control de poblaciones han tenido que desarrollar estrategias específicas para gestionar la expansión de esta especie, incluyendo métodos de control biológico como la introducción de enfermedades específicas (mixomatosis, enfermedad hemorrágica vírica), que han demostrado ser controvertidas por sus implicaciones éticas y ecológicas.
Adaptación evolutiva: cuando la cantidad es una estrategia de supervivencia
Desde una perspectiva evolutiva, la estrategia reproductiva del conejo representa un ejemplo clásico de especie "r-estratega", que apuesta por producir un gran número de descendientes con poca inversión parental en cada uno. Esta estrategia contrasta con los "K-estrategas", como los humanos o los elefantes, que tienen pocas crías pero invierten mucho en cada una de ellas.
La selección natural ha favorecido esta alta tasa reproductiva en los conejos como respuesta a la fuerte presión de depredación que han experimentado a lo largo de su historia evolutiva. En condiciones naturales, un porcentaje muy elevado de los gazapos no sobrevive hasta la edad adulta, por lo cual una alta tasa de natalidad es esencial para la supervivencia de la especie.
La biología reproductiva del conejo constituye un fascinante ejemplo de cómo la evolución ha modelado estrategias de vida extremadamente eficientes para garantizar la supervivencia de una especie. Esta extraordinaria capacidad de multiplicación, que les ha permitido colonizar varios hábitats por todo el mundo, también representa un reto constante para los ecosistemas y para los humanos que intentan gestionar sus poblaciones de manera sostenible.